viernes, 8 de febrero de 2008
Los viajes
Recientemente estuve de viaje, otra vez. Había llegado un momento en que me había cansado de viajar. Ahora me parece mentira, pero así fue. En algún momento tuve ganas de dejar de viajar o en todo caso, de tener a dónde volver cada vez que viajaba, porque sentía que adonde llegara no estaba llegando nunca a casa. Pero en fin, de esto fue hace ya un tiempo. Ahora, que tengo a dónde volver, me gusta irme. Todo me gusta de irme: desde preparar qué llevar (cada vez me gusta llevar menos, virtud que me quedó de tanto tener que sacar cosas de la valija para no pagar sobrepeso de equipaje) hasta, incluso, levantarme a la madrugada para partir. Porque lo que más me gusta de los viajes es viajar de noche, salir cuando todavía hay estrellas en el cielo y ver cómo progresivamente se trasforma el cielo, la ruta y el campo (si hablamos de viajar en mi país, hablamos de atravesar campo). Algo de esto se ve en la peli Cars, la mejor, para mí, es la parte donde el camión traslada a Rayo Mc Queen hasta California: salen de noche de una gran ciudad que va quedando atrás de a poco, y a medida que transcurren las horas van atravesando diferentes paisajes a distintas horas del día, está muy bien logrado, como que quien lo hizo sabe muy bien de qué se trata viajar. De los viajes me gusta todo: los carteles de empresas desconocidas, las patentes distintas, los nombres de lugares nunca antes oídos, las tonadas diferentes, el olor del aire que es otro en cada lugar, los rincones en los que nunca había estado y a los que nunca volveré. Y me gusta, como ya lo dije, tener dónde volver.
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